lunes, 30 de mayo de 2016

Tus ojos

Tus ojos me desnudan lentamente. Poco a poco se va uniendo tu mirada en la desnudez que me transciende. Desnuda soy la más hermosa, porque tus pupilas me entregan la belleza.
Soy para ti, para que juegues con mis dedos, para que respires el aire que respiro, para que la sangre se encabrite como un potro abandonado, para que surja el rojo de la guerra y entre los muertos te encuentres con mi pelo.
Se venden todavía las naranjas. En los mercados se apilan con cerezas y con fresas aunque noviembre nos dejó. Su jugo me resbala entre las manos, y te lo doy, con todas las certezas, para que me bebas la piel y la acaricies con tus labios.
Mi hombre, bendito es mi cuerpo bendecido por el tuyo. Enigma mi carne en el enigma de la tuya. Misterio irresoluble que también se nos desnuda por la carne, cuando nos amamos resistiendo el frío. Amor de precipicios donde la desnudez es el todo que nos une, donde las ingles se expresan en el lenguaje antiguo de ese pensamiento que quedó sin las palabras.

domingo, 29 de mayo de 2016

Me reciben

Me reciben los recuerdos. Se me amontona la distancia. Eres como un pálpito donde el corazón se ha cansado de girar, y se detiene, porque espera tu regreso.
Mi Amado, me resides. Estás en mí y me permaneces mientras yo también te permanezco.
Eres el cristal que mis ojos precisaron, eres mi necesidad más abyecta y más sublime. Eres la montaña de las flores que el cielo me puso en el camino, estás en la misma sangre que me atraviesa la piel, y en las cimas de la piel me rememora.
El Réquiem me recorre. Mozart surge entre las diosas. Se me pone entre los dedos y me abrasa este interior enamorado. Me abrasa este lenguaje de lluvia, de mes de mayo, de esta primavera que vino con la serenidad del beso que entre los labios muere.
Es cada atardecer una agonía pura. Un manto de sangre por el cielo. Un latir de gaviotas cerca de este Mediterráneo que enmudece su rumor de algas, de dádivas de agua.
Mi amor, este mar me pertenece. Le entregué mis naves, le di mis posesiones. Dejé que su espuma me clavase en esta cruz que el alba me reflejó en las ingles.

viernes, 27 de mayo de 2016

Cómo devoro

Cómo devoro tus ausencias. Cómo tu semen se me implanta en las terminaciones, al lado de un corazón que vive en la infinidad, invulnerable por la caída del Verbo.
Cómo se me revisten las antorchas que visibilizan los caminos de la muerte.
Qué lados encontraré en los matices de este amor que es llave y es consciencia de ser llave, y es como un ancestro de la visión que se recibe entre murallas y que sobre ellas explosiona.
Eres mi Walhalla, allí donde los hombres como tú son coronados, son expuestos a la lumbre, y con la espada que surge de la fuente cortas el agua que me dio un lenguaje desde el cielo.
Mi Amado, pasan las carreteras, se van las estaciones. Mayo casi finaliza. Las perlas de Ormuz siguen en sus ostras y el niño mexicano sobrevive.
Mi Amado, mira cómo mi cuerpo permanece eterno en el ansia, con un deseo de ti que es como un hambre que a veces es señuelo.
Mi Amado, eres el alma del fuego para parir el alba.

jueves, 26 de mayo de 2016

No puedo

No puedo ver las amapolas. El tren se va deprisa. Pronto llegará sobre sus ruedas.
Cabe el café en una sola mano. Cabe el café en la amapola.
Sé que la luna brilla entre tus pies. En una ancha luna, enrojecida entre los fogones del Hades. Y el carbón antiguo, el negro carbón que alimentó esos relojes traspasados, se tiñó de tiempo oscuro.
Pero, ¡qué rojas son las amapolas! ¡Cómo convierten la penumbra en un deslizarse quedamente de lo negro!
Cómo la raíz se prende de la tierra, se aprisiona, y queda encerrada bajo el alba. Cómo el deseo la construye lejos de los matorrales y su ansia.
¡Qué bellas son las amapolas, que aparecen sin pensar y mueren sin crecer!
Árboles y piedras, anaqueles de metal, furia acartonada, bandera de flores, ramos de horas, ¿dónde estás, que sólo me aparecen las ramas y las hojas? Mi amor, un río me atraviesa.
Veo las amapolas en el agua. Miro cómo resucitan.

lunes, 23 de mayo de 2016

El cielo

El cielo está gris, como tu pelo. Hay nubes que lloviznan, y en voz baja se desnudan los arcángeles.
Me miro el aura. Es amarillenta. La quiero roja para ti, para que esta lava cincele los asfaltos y se incruste por la noche entre las sábanas.
Eres el deseado, el Mesías más ardiente, puro fuego entre las zarzas. Eres el inquieto, el que conoce todos los ángulos de mi cuerpo. Eres el doliente, el que llora las mañanas en todos los rincones de mi sangre.
Adoleces de ese blanco lunar que nos respira. Como una estrella en su dolor estallan las conspiraciones, los vestigios de los ojos de los santos, los minerales que el olvido olvidó entre sus enseres.
Hay una lumbre en el amor que no se muere, mi niño, entre tus brazos. Se me refleja entre los dedos, y en la penumbra me brillan, y en el ansia.
Se anegan los nenúfares como rescoldos en el agua. Absorta en su perfume te recuerdo, amor, en esos besos que me dio la madrugada, y que tiñeron mi latir con el negro más puro de un vacío que se llenó con las flores del barranco.

domingo, 22 de mayo de 2016

Me recorre el laberinto

Me recorre el laberinto. Se me inmiscuye. Es como un rodar por la autopista hasta tus ojos.
Me lleno de ti, de tu color, de tus albas y tus noches, del escarlata que amanece y del púrpura que a la medianoche se propaga por el cielo.
Me incita la penumbra. Me incita a iluminarla. A crear con sus brumas el solsticio, el que vendrá entre las hogueras que derramarán su fuego en el horizonte de tus ojos.
Hiedra bendecida, creces en los arrabales del amor como los crímenes, como las malignidades que acechan en la orilla, y como las latitudes en que el mar es alabanza te deslizas en mi cuerpo y acometes la misión más cruda del destino.
El destino es azul, como tus ojos. Está envuelto en firmamento. Sigue la senda alada de los cielos.
Como un entrecruzarse de aromas volcánicos, terribles, eres derramándote en mí, en esta piel que te anhela más allá de todo el tiempo, más allá del deseo que engendró este amor que me sostiene, feliz, en la alegría.

sábado, 21 de mayo de 2016

Caín

Caín se derrotó entre sus manos. Se llevaba el espejo de su cara, sus crímenes y su desasosiego cuando vio caer la sangre de su hermano que era inocente como la sangre del Cordero.
Mi sangre también es inocente. Y tu sangre es pura como el río que la nieva, su idiosincrasia de oleaje, y sus brumas perfumadas.
¿Sientes cómo labro junto a ti el cauce y lleno su caudal con el aceite que desprenden las antorchas? Quiero manchar las aguas puras, las virginidades, las santificaciones, los umbrales de esa Jerusalén que se enamora de las hojas del olivo.
Quiero manchar la lluvia que nos desciende hacia el abismo. Mancharlo todo con mi sombra, con el cayado que Edipo recogió para alumbrarse, para proseguir su llanto en el camino.
Sé que el amor es una circunstancia. Amanece en el amor como un milagro una ala de gaviota. Se enreda entre las huellas que dejó con su esqueleto, deja sus huesos separados.

viernes, 20 de mayo de 2016

La luna

La luna está en la senda, y la ensombrece con sus mares sombríos. El agua de la luna es dulce, como dulce es el sabor de tu sangre y de tu semen.
Oscurece la senda desde el cielo. La coloca más allá de los astros, sumida en la oscuridad de las estrellas que refulgen en sí mismas.
La luz no crece más allá de su propio resplandor, y se ennegrece.
En ti la luz es sol de mediodía, ese sol que alumbra los rincones más oscurecidos, más atávicos. Eres el instinto luminoso que entró en el corazón y lo convirtió en serpiente.
En los sedales caben las preguntas. Se deslizan por el agua y llegan a su fondo. Ven en las profundidades más allá del negro de las olas. Se deciden a vivir en la soledad de sus fusibles.
El amor es una molécula misteriosa que se desprende de los átomos. Es una partícula que baja desde el cielo. Es una nube donde caben las piedras y la lluvia. Es una guerra que se desata en los umbrales de todas las pacificaciones.


jueves, 19 de mayo de 2016

Transcurro

Trascurro entre oquedades húmedas, entre desiertos acallados, en un silencio que se nombra y que a sí mismo se oscurece.
El amor es como una liana gigantesca que circunda el mismo bosque en que divide los pasos de los árboles.
Cogiste mis fragmentos, y soplaste. Se esparcieron por el mar, y cuando nadé los vi entre los pecios de todas mis derrotas.
Me desnudé de espuma y los uní, mirándome en tus ojos.
Cubriste mis muslos con helechos, vestida con el barro y con la hierba que te creció en las ingles.
Recité una letanía de presagios. Había un deseo de envolverse con esa arena que las rocas dejaron tras de ti. El cielo despertó de sus sonrisas y lloró el pigmento de tus ojos.
Devuelves los escombros a la nada, y la nada se quedó sin sus escombros.
Llueve la palpitación del mundo que engendró las nubes.

miércoles, 18 de mayo de 2016

El cielo

El cielo es intensamente azul en esta anochecida. Cerrará los párpados, será negro, dormirá, y soñará que es madrugada con toda su negrura.
Yo también cierro los ojos y te miro entre penumbras, entre claroscuros y en las velas que prendo para amarte, para desear estar entre tus brazos y comer tus besos, devorando los cristales.
Tu piel es una noche amanecida, es un rosario de hileras preciosas, es un oro que cae de tu pelo hasta el vello de tus ingles.
Mi Amado, creces en mis lunas.
En un jardín umbrío apareciste, entre sedales y entre cañas, y como un pez de tierra te avanzaste entre mis pies, y los lamiste, y yo te lamí los corazones de tus rosas.
Amor, entre mis labios derramaste todo el rocío de la aurora, el líquido que llevas en el pecho, ese sudor que la piel siente como suyo y que termina entre mis piernas.
Amor, qué noche me traerá la mirada que encierras en tu espejo.


martes, 17 de mayo de 2016

Los arroyos

Me viven los arroyos. Bebo el agua pura de los ciervos. Me huelen las flores que el tiempo secó entre las páginas de una vida que se unió entre los fragmentos y se depositó entre las sombras.
El amor es un espejo que nos ofrecen las flores. Como árboles nos vestimos, con esos pétalos y ese verde que cayó desde la luna, que la luna le dio a su horizonte, que descendió hasta las plantas y las tiñó con el amarillo del oriente.
El deseo es el agua de esa flor que se atraviesa por su cauce, que se arrastra con el lodo y con las piedras, que se suspira y que se llora cuando el ansia se agita entre la sangre.
Si mi corazón te anhela, si mi conciencia devastada está contigo, si te pertenece mi pensamiento, mis más nobles mentiras, mis destrucciones más intensas, sabré que tú me amas por encima de los astros, y que mi sexo contigo está desnudo.
Mi Amado, por encima de mi coño te desvelas. Vendrás al filo de la medianoche, cuando todo se adormece, cuando sólo mi piel te ilumine entre los sacramentos de las flores.

lunes, 16 de mayo de 2016

En estas claridades

En estas claridades que me das estallan las caléndulas, y todo es un florecerse de amapolas. Mayo se presenta entre ruinas, entre los escombros que la muerte sembró con sus orígenes, una semilla de catástrofe que sobrevoló las cimas cubiertas con la nieve.
Amor, disolviste la espera y la llenaste, la descubriste entre tus muslos, me ofreciste la comunión sagrada de tus ingles, el desesperado llanto de una despedida que se involucraba entre nenúfares, como si las aguas pudiesen cercenar el olvido, y en ellas contuviesen todo el deseo que el alma sentía por tus ojos.
Mi Amado, cómo confluyen los océanos. Cómo se disparan esas olas hasta el cielo. Cómo me llevas en la espuma, como si yo fuese un fruto más que te pones en los labios.
En la manzana hay un primer mundo. Y en los melocotones. También entre las fresas, entre las cerezas del verano.
Mi amor, cómo me visten los galápagos, como mi ser es la serpiente que cayó a tus pies y se elevó en tu cuerpo.

domingo, 15 de mayo de 2016

En este tiempo

Amor, en este tiempo que vendrá se espesa la sustancia. Se acumula el amor como los crímenes, entre sangre fenecida, entre latidos desvaneciendo la penumbra.
Amor, mayo y sus mitades llevan en su seno el nombre de las flores. Se me repiten en el vientre y te las doy en ramos florecidos, en pequeñas nubes espaciadas dentro de mi corazón.
Penélope viajó más lejos que los héroes. Miró en si misma y encontró la razón del vellocino, el motivo de los hombres enfrentándose, y supo el porqué del veneno que la bruja puso en los vestidos.
Mi Amado, qué murmuraciones hay entre los celos. Qué deseo se oculta en el camino, potente como un presagio derramado, con la fortaleza de un neón, y la suavidad de una luna enceguecida.
Qué amores hay dentro de mí que me enternecen, que provocan mi dulzura, que soy mujer cuando te hablo, que entre mis muslos se abren las mareas, y como mujer te amo, con la energía de la hembra cuando pare las galaxias que te doy entre mis aguas.

sábado, 14 de mayo de 2016

Qué manantial

Amor, qué manantial se me secó que me acontece en su aridez, ahora que el agua vuelve entre mis manos.
Con que ojos me dijiste que era hermosa, y que mi hermosura se prendía en tu mirada.
Amor, entre la luz se evaden las hojas que el árbol plantó para sus sueños.
Entre amapolas me besas el corazón con tu misma sangre, y olvido la memoria que el mar oscuro enterró en la fuente negra.
Mi Amado, se escancian las tormentas. Aparecen como súbditos de los cielos. Se iluminan entre alas de los ángeles y suenan como ecos del infierno.
Eres un resplandor que acecha en la penumbra; un guardián mudo de mi desnudez; un tesoro que sólo yo sé dónde entregó sus últimas lágrimas.
Amor, escuchas los rumores malditos de las inquietudes de los pájaros.
Me alumbra tu voz, y en el deseo se engendran las circunvalaciones. Me traspasan los caminos y yo misma soy la encrucijada.

viernes, 13 de mayo de 2016

En estos instantes

Amor, en estos instantes en que estás, en que me vives, en que eres hiedra, entre las cañas de un río que se perdió a sí mismo y que dejó caer en el mar su carga de piedra y lodo, en este tiempo que rodea la sangre del momento en que penetras mi alma dentro de mi cuerpo, te amo más y más, y te doy todas mis sonrisas, todas las conjugaciones y todos los presagios de un futuro inexistente.
Amor, cómo cristalizas los umbrales. Cómo se disipan las fronteras. Cómo se enardecen esas flores que cultivé con el insomnio, cuando se plegaron entre sueños.
Entre las aceitunas vibran los huesos. Son como pequeños dedales en la boca, e incitan a besar, incitan a abrazarse entre las ramas del olivo, bajo los sarmientos de su tronco, inclinado siempre ante la sombra.
Hay un camino de jade. En él siempre está lloviendo. Húmedo por la lluvia, esplende sus colores, se sustantiva en agua. Es flor petrificada, latido de mi sangre.

jueves, 12 de mayo de 2016

Qué imagen

Qué imagen me diste, qué icono me labraste. Fui azul, como la vela de los jueves. Fui encantadora de culebras, fakir de lo imposible. Me tragué el sable de la invisibilidad, el fuego del espíritu. Fui alma que quiso la redención de tu blancura.
En este amor que es transparente incide el tiempo. El tiempo lo abrasa, lo sazona, se lo lleva por los umbrales de la desesperación y lo devuelve como una tarta de crisálidas, donde el deseo es hambre pura, ansia decadente.
En mí vive la luna. Me despierta por las noches. Me da sueños. Me incide y me declara. Es un palpitar constante de las constelaciones que deja tras de sí, en sus huellas de escayola y yeso.
Es un boomerang enorme de rosarios que descienden en mi cuerpo. Es un baile de estrellas que se beben el azul de tus ojos en el cielo.
Amor que contrastas la ternura, dime si en tu ciclo se abren las palabras, si las palabras pueden amarte como noches, noches entre espejos de astros.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Permanecí entre los metales

Amor, permanecí entre los metales. Me cubrí con la hojarasca que el cobre dejó detrás de mí, en un balanceo encadenado donde crujieron las sombras y se fueron.
En este abalanzarse que la noche tiene por reloj, transcurren las horas mientras tanto. En la oscuridad palpita un deseo que se encarna entre esa negrura que se obceca en la ventana.
Amor, te me fuiste en una noche que a sí misma se encerró, una noche en que las sábanas cayeron, y entre sus selvas, entre sus nudos de serpiente, se halló el amor que me dejaste para que en mi soledad me acompañara, y fueran tus besos un agua más allá de tus labios.
Las duraciones del tiempo son como una palpitación en el vacío. Se enredan entre sí y se acontecen. Son como pequeños rayos de luna que tiritan en el espacio brutal de las estrellas.
Amor, cogí tu agua y la bebí con rastros de tu sangre. Comulgué con el brillo de tus ojos. Dejé que tú me penetraras en mis visiones del deseo. Me sucedí entre los espejos que me diste, y convertida en pájaro, arraigué en tu cuerpo y aprendí a ser instante que se refleja en tus manos.

martes, 10 de mayo de 2016

Las manos

Me miro las manos. Están desnudas. Sólo son vacío. Sólo sombras. Las devastaciones dejaron un reguero de polvo entre los huesos y preciso de ti para abismarme y cobijarme de un sol que me cegó, cuando perdí mis ojos en la nada.
Preciso de ti, mi amor, y este deseo que asciende en las raíces, que me llueve y disemina sus colores por ese cielo portentoso, es como una hierba que crece despacito entre los líquenes que salvan los minerales de la extinción, como ubres desatadas.
Preciso tu deseo. Necesito tus vísceras hambrientas. Me necesito a mí, amor, en este pensamiento que se vuelca entre temblores de sangres que me llevan entre el frío.
Mírame y dame esa mirada. Dame el espejo de tus ojos. Dame esa luna que brilla entre las rosas de la noche, esa luna nacarada que respira sus mares encerrados.
No me abandones en ese océano prohibido, no te alejes en el recuerdo e impídeme olvidarte. En ti soy junco y la fuerza de ese junco que el aire lleva y en él se permanece.

lunes, 9 de mayo de 2016

El mar

El mar me devuelve tu mirada. En tus ojos veo cómo crece el oleaje, cómo la espuma se despierta en el azul y permanece siendo blanca.
En tus ojos busco la redención. Busco la caída. Quiero descender a los infiernos, quemarme entre las brasas, decirle a Satán que el amor es el crimen más enorme y que entre sus intermitencias está la iniquidad.
Soy asesina de esas flores que crecen tras de ti. Devoro tus huellas y en el suelo me como sus semillas.
Las flores me crecen en los labios con sus hojas de flor, y reverdecen en mi boca.
Amor, resucito en ti, y tus manos dispersan el vacío. Lo quemas entre antorchas mientras amas el animal que me duerme y me alimenta.
Ven, y alójate dentro de mí. Ten mis oquedades, suspira mis delirios. Deja que la luna sea luna solamente. Llénate de sombra y amanéceme en mi cuerpo.

domingo, 8 de mayo de 2016

Fui

Amor, fui a beberme el agua de las lilas. Era violeta, un surtidor de aire de rocío, una brisa que pasaba por la tarde y que al anochecer permanecía entre líquenes sedientos.
Mi Amado, los rosales empiezan a salir. Lloran con tus ojos.
Mi ansia es fuente, rojo que enhebra la costumbre, río extremo que acaricia el cauce y se mantiene por debajo de las sombras.
Arde la memoria. Arde el tiempo que recorre la memoria. Arden los relojes en mis manos.
Busco tu cuerpo entre las aguas. Busco los humedales de tu cuerpo, las raíces, las esquinas. Busco el celaje, tu nombre dentro de la tierra.
Amor, qué oscuridades nombré cuando encontraba tu senda entre mis pechos. Qué noches vinieron a dejar su huella entre mi piel, entre la dulzura de la piel, y mi tejido.
En el amanecer se visten los pájaros. Renacen entre sábanas. Renacen en deseo. Se multiplican en los árboles que tienden sus ramas en el cielo.

sábado, 7 de mayo de 2016

Encantador del ámbar

Mi hombre, encantador del ámbar, hechizo de luciérnagas. Te encarnas en el día que transcurre como un pájaro sediento, y en la sangre busco las respuestas del amor, las que da entre el agua, y en la misma noche, cuando revela sus misterios.
En ti se abren las lagunas. En ti el agua transparenta lo que oculta el corazón, aquellos nidos que desnudaron sus hojas al ocaso y que permanecieron desnudos.
Así, como el mar amanecido, encuentro tu sal entre mis piernas. Encuentro este deseo que anochece y dormido se alza entre las nubes que dejó tu semen en el cielo.
Amor de jemeres malditos que asesinaron flores, que talaron árboles y espuma, me aconteces en las sombras, y me das la oscuridad para que desintegre la negrura.
Hay vacíos intermitentes en mi cuerpo. Los cubres con tu esperma, con el aroma de tu esperma.
Amor, vienes de rodillas. Vienes y me gimes. Me lloras y amurallas con tus manos.
Mi Amado. Me permaneces. No huyas al punto que marca tu regreso.

viernes, 6 de mayo de 2016

Me acarician las sombras

Me acarician las sombras y desato luz por los arroyos. Se me quiebran los lunares y deseo besarte todo el cuerpo.
Eres mi procesión, mi santuario. El manantial de donde bebo. El latido que me desvive y me delira.
Eres mi aurora dulce, el despertar niño de mis manos, mi Telémaco.
Amor, si tejo y destejo primaveras, si en tus ojos se derrama todo el cielo, soy yo misma una escalera que asciende hacia tus labios, y en tu boca busco el agua que me entrega.
Mi hombre, los ríos fluyen mientras tanto, mientras vienes entre fresas, entre cerezas animadas.
En ti la fruta es el arrozal teñido de ese barro en que confluye la tierra con el agua.
En ti la blasfemia es oración, y el sacrilegio la luz sagrada de tus manos.
Mi niño, si los árboles me estallan en los pechos, si sus hojas me deciden y en sus flores se aroman madrugadas, dime si en los cañaverales puse el amor que se quedó entre los bambúes, entre los corazones de los bambúes, en su mismo destino de agua.