Me lleno de tu hálito. Estoy sedienta de ti, y enamorada. Me devoran las horas en el día y la luna me posee cada noche en que el lecho está vacío.
Mi hombre, si te lloro te recuerdo entre mis lágrimas y eres agua, si me río recordándote eres como un árbol inmenso, con sus hojas, sus ramas y sus pájaros, y si sólo te recuerdo eres el mismo amor que me sostiene.
No sé si el amor puede sobrellevar la muerte. Si morir en ti sería la maravilla que imagino. Si morir por ti sería la mayor de mis consecuciones.
La muerte misma se enamora. Es lasciva, y todos le gustamos. ¿Es especial una muerte u otra muerte? ¿Habría poesía si ella no viviera?
Mi niño, me cantas en las manos. La piel se me sucede entre violetas y espejismos de otras flores, la piel se me acaricia y es la noche quien me da sus besos más ocultos, los delirios de esas estrellas que brillan sin cesar en nuestra mente.
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