jueves, 7 de julio de 2016

Me lleno de tu hálito

Me lleno de tu hálito. Estoy sedienta de ti, y enamorada. Me devoran las horas en el día y la luna me posee cada noche en que el lecho está vacío.
Mi hombre, si te lloro te recuerdo entre mis lágrimas y eres agua, si me río recordándote eres como un árbol inmenso, con sus hojas, sus ramas y sus pájaros, y si sólo te recuerdo eres el mismo amor que me sostiene.
No sé si el amor puede sobrellevar la muerte. Si morir en ti sería la maravilla que imagino. Si morir por ti sería la mayor de mis consecuciones.
La muerte misma se enamora. Es lasciva, y todos le gustamos. ¿Es especial una muerte u otra muerte? ¿Habría poesía si ella no viviera?
Mi niño, me cantas en las manos. La piel se me sucede entre violetas y espejismos de otras flores, la piel se me acaricia y es la noche quien me da sus besos más ocultos, los delirios de esas estrellas que brillan sin cesar en nuestra mente.

sábado, 18 de junio de 2016

En los besos

Qué hay en los besos que son como umbrales descendidos, cuando tus labios se aproximan, cuando los míos se te acercan, cuando nos cruzamos la boca en nuestros cuerpos. Te lamo las ingles y la caricia más íntima se da en la boca.
Se da en la boca con un ramo de flores. Con toda esta luz que se confunde en las horas oscurecidas de la noche, cuando allá arriba corren los pétalos de los astros que transcurren en su propio transitar.
Lucho en esta arena con mi propio corazón. Desdoblo las campanas. Desciendo a los abismos, donde sé que el amor es como un ángel que cayó entre la ternura y no puede desasirse de esperar en lo invisible.
Mi Amado, qué tormenta hay allá arriba, que los rayos no me alcanzan. Soy una Sémele que mira desde lejos los resplandores del dios.
Le doy los dones a Afrodisia, que despertó de entre mis piernas. Cogió amapolas y las cubrió de semen.

miércoles, 15 de junio de 2016

Tengo en los labios

Tengo en los labios un beso para ti, para que duermas. Te dormirás y te miraré dormir desnudo. Entraré en tus sueños como la que te ama más, como la que viviría por ti el claustro de tu ausencia.
Por ti soy hermosa porque mi alma se embellece. Por ti soy la vida que me nace entre las piernas. Por ti soy la muerte que me aguarda.
Las ninfas rezan el rosario. Dejaron de ser vírgenes hace tiempo y le oran a María, que era mujer y las amaba.
En mis recuerdos se avitualla la memoria. Desciende de la cumbre del olvido y va recogiendo sus maletas, va guardando la vida en la pared por la que baja.
Reposa en la cueva y sigue descendiendo. Entre las rocas se encuentra en el deseo. El deseo es un barranco sin espadas. Sólo el mar espera al otro lado. No hay más que mar y nos mira, magnífico en sus rosales.
Como un corazón que surge en la profundidad, se alza el abismo que espera transformarse en cielo.

sábado, 11 de junio de 2016

Amanecerse

En este amanecerse se recorre la piel que se te entrega. Como un sol que llueve, como una sangre que poco a poco va avanzando, se nos cruza el iris de los ojos en una mirada llena de verdad, en una mirada que aprisiona en las pupilas el corazón del otro.
Tú, mi corazón. Los campos son baldíos a tu lado. El cielo es menos azul que son tus ojos. Las flores huelen en tu cuerpo, y en tus huesos se reflejan con los tallos.
En la almohada veo cómo tu pelo cae entre mis uñas. Te lo peino, y te beso en esa piel que me concierne, que es más mía que mi misma piel y mi mismo pelo.
Entre tus ingles me abandono. Sé que siempre estarás, junto a ese rojo que el cielo es por la mañana, en esa aurora en la que creces, dentro de ese sol que me contempla desnuda entre tus brazos.
Qué reliquia mayor que un pétalo, que derramarse mayor que el beso, que unión en el alma con una lágrima que derritió el deseo.

viernes, 10 de junio de 2016

Se me llevan

Se me llevan el negro de mi corazón. Me lo roban. Y lo necesito para amarte, para ofrecerte mi blancura.
Qué haré sin ese negro que transita por la noche. Qué haré sin esa espada que Damocles puso sobre mí. Qué anunciaré cuando me duerma y el sueño se vengue de mis posesiones del cielo.
¿Con qué lágrimas lloraré la tempestad? ¿Qué soledades me vigilarán desnuda? ¿Qué oscuro tramo del camino se me vedará, como si mis pies no pudiesen pisar el barro tenebroso de los montes?
Mi Amado, coge el águila y pídele que vuele sobre las simas, que descienda en el abismo y que busque en el vacío la negrura, y me la devuelva entre ramitos de azahar.
Me la inocularé en las ingles, para tener de ti hasta lo más fiero, todos los matices del odio más abyecto, todos los detalles del dolor.
Ansío vivir y ansío amarte, mi niño de relojes, mi hombre de espejos amplios y de azogues donde los ojos de Dios se transparentan.

jueves, 9 de junio de 2016

Añoro

Añoro el tiempo que no transcurre, el deseo que se enciende en las horas prístinas de este verano que vuelve con sus claros y sus amapolas.
Añoro el tiempo que vivo sin ti, y los instantes me desviven como la misma sangre que me recorre como si fuera la misma penumbra.
Mi Amado, si estuvieras aquí, al lado de estas flores que se derraman en mi carne como niñas hambrientas, sería la mujer que he sido entregada al laurel que pongo en tus manos.
¿Qué hay en mí que es como una mina, que debo descender por la escalera a buscar el diamante que pongo en tus ojos?
¿Qué cristalina fuente es como un río que se llena de crustáceos, que se llena de líquenes y que en el musgo encuentra su reposo?
¿Qué rosa me crecerá en la piel, qué sombra de la rosa me alzará al lado de un cielo proceloso que niega las corrientes?

miércoles, 8 de junio de 2016

Se me vierten

Se me vierten los instantes. Se me llenan. Son como una caricia de nenúfares, como un derramamiento.
Se humedece el tiempo entre las sendas de un caminar entre los árboles, entre árboles que agachan la mirada para poder llegar antes al cielo.
Arden las sendas que traen el luto de las conmiseraciones, cuando el duelo se une al despertar, cuando el amor adolece de la pureza prístina del deseo.
El deseo se convierte en un mar lleno de la sangre viva del Cordero, se convierte en palabra que azulea en tus ojos como un mar sediento, es como una esmeralda cuando le quitan el negro de la mortificación.
En nuestros corazones vive la corriente, vive en manantial que todo recorre en su agua mansa, en su agua blanca de contornos grises, que se vive en sus grises y se calienta en los grifos donde va a parar en esas casas sin porticones ni cortinas, sin techo bajo, sólo iluminada por los astros.