Tengo en los labios un beso para ti, para que duermas. Te dormirás y te miraré dormir desnudo. Entraré en tus sueños como la que te ama más, como la que viviría por ti el claustro de tu ausencia.
Por ti soy hermosa porque mi alma se embellece. Por ti soy la vida que me nace entre las piernas. Por ti soy la muerte que me aguarda.
Las ninfas rezan el rosario. Dejaron de ser vírgenes hace tiempo y le oran a María, que era mujer y las amaba.
En mis recuerdos se avitualla la memoria. Desciende de la cumbre del olvido y va recogiendo sus maletas, va guardando la vida en la pared por la que baja.
Reposa en la cueva y sigue descendiendo. Entre las rocas se encuentra en el deseo. El deseo es un barranco sin espadas. Sólo el mar espera al otro lado. No hay más que mar y nos mira, magnífico en sus rosales.
Como un corazón que surge en la profundidad, se alza el abismo que espera transformarse en cielo.
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