domingo, 28 de junio de 2015

Hay un dolor que invade el tiempo

Hay un dolor que invade el tiempo. Las horas lo visten, los años lo agasajan, y vive entre tumores. Me lo darás entre nardos marchitos, entre vísceras ocultas, entre la sangre invicta. Me lo darás. Yo lo cogeré con mis dedos tristes, y habrá un silencio que cubrirá tus lágrimas Amor, no te escondas de mí, no te abalances sobre el llanto a oscuras. Llora al sol, y que el sol pueda verte como el niño que todavía no sabía que los hombres no lloraban. Me das claveles mojados de una tierra húmeda. Amor, me das el mar a su paso por mi casa, cuando le veo allá en la lejanía y las olas caen a mis pies como aerolitos que alguien lanza reteniéndolos. En las aristas caben los temores. En los nudos se desenvuelven las cuerdas y con el filo de una espada puede cortarse la tristeza. Baja el telón, vienen los sueños. Entre nubes la lluvia se adormece y deja de llover. Sólo llega el rocío y el recuerdo del rocío, la frialdad de las mañana del invierno, el sudor que se agolpa en el verano, el esperma que se vierte por tus ojos.

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