Cómo devoro tus ausencias. Cómo tu semen se me implanta en las terminaciones, al lado de un corazón que vive en la infinidad, invulnerable por la caída del Verbo.
Cómo se me revisten las antorchas que visibilizan los caminos de la muerte.
Qué lados encontraré en los matices de este amor que es llave y es consciencia de ser llave, y es como un ancestro de la visión que se recibe entre murallas y que sobre ellas explosiona.
Eres mi Walhalla, allí donde los hombres como tú son coronados, son expuestos a la lumbre, y con la espada que surge de la fuente cortas el agua que me dio un lenguaje desde el cielo.
Mi Amado, pasan las carreteras, se van las estaciones. Mayo casi finaliza. Las perlas de Ormuz siguen en sus ostras y el niño mexicano sobrevive.
Mi Amado, mira cómo mi cuerpo permanece eterno en el ansia, con un deseo de ti que es como un hambre que a veces es señuelo.
Mi Amado, eres el alma del fuego para parir el alba.
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