En estas claridades que me das estallan las caléndulas, y todo es un florecerse de amapolas. Mayo se presenta entre ruinas, entre los escombros que la muerte sembró con sus orígenes, una semilla de catástrofe que sobrevoló las cimas cubiertas con la nieve.
Amor, disolviste la espera y la llenaste, la descubriste entre tus muslos, me ofreciste la comunión sagrada de tus ingles, el desesperado llanto de una despedida que se involucraba entre nenúfares, como si las aguas pudiesen cercenar el olvido, y en ellas contuviesen todo el deseo que el alma sentía por tus ojos.
Mi Amado, cómo confluyen los océanos. Cómo se disparan esas olas hasta el cielo. Cómo me llevas en la espuma, como si yo fuese un fruto más que te pones en los labios.
En la manzana hay un primer mundo. Y en los melocotones. También entre las fresas, entre las cerezas del verano.
Mi amor, cómo me visten los galápagos, como mi ser es la serpiente que cayó a tus pies y se elevó en tu cuerpo.
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