lunes, 7 de septiembre de 2015

Los días se suceden

Amor, cuando los días se suceden, cuando los acordeones dejan de sonar, y mudos se hacinan en las partes oscuras, el silencio pesa sobre todos nosotros.
Te encontré cuando los ríos decrecían, al lado de los muladares ciegos, y la hierba era segada por los hombres, y con ella a mí me asesinaban.
En las plantaciones dormidas el sueño se esperaba con determinación.
Al llegar la mañana los cristales amanecen con el vaho, y parecen llorar porque la noche ha ido a oscurecerse. El otro lado y ese sol que todo lo arde sigue una trayectoria de fuego enloquecido.
Amor, dime si encontraste en mí las herramientas del fuego solar, si la luna te puso en las manos mi sangre y mi cintura, si mis pechos se congregaron en tu boca, si yo he sido la Gran Prostituta, la de los jamelgos parados, la de la jauría acallada por la carne desnuda, la que se elevó sobre el cuerpo y te dijo te amo en transparencias enormes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario