Amor, permanezco en ti. Amor, no te he olvidado. Y en ese no olvido que es de ti hay un beso y la sombra de ese beso.
Amor, con el olvido que no es de ti hay un roce verdadero, un roce imaginario, un roce que es próximo en el tiempo, un deseo de ese roce, de este tacto salvaje que se desvanece entre tus labios
Amor, cómo me prendí. Entre las hojas que en la lluvia se humedecen hay un león que espera desvanecerse en esas mismas aguas. En esta lluvia que está cerca, que nada perdona y que cala por encima de los muertos, hay una mirada limpia, que te intentar presentir sin conseguirlo.
Tus ojos miran desde lejos.
Miran al vacío, a ese cristal que refleja el alma, ese cristal que se alimenta en los parajes donde la luz se deshabita, donde aparece la negrura, donde revive el río que está contaminado, donde la lluvia es mucho más que lluvia y no nos deja de mojar, en estas tormentas en que septiembre se refleja como un lecho solitario.
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