Amor, ves cómo el tiempo se ilumina. Hay una cualidad en el fulgor que tus ojos me devuelven. Es un fulgor del ámbar, un ansia estremecida de alumbrar desde el principio.
Amor, en ese instante en que deseo perviven las estrellas que murieron a manos de sus madres, y que como madreselvas se quedaron en el cielo.
Amor, me resplandeces. En mis sueños me devoras y renazco del mar, como si el agua se inflamase y el Fénix renaciera allí con sus alas ígneas.
Qué hay en mi corazón que sigue y sigue y no se detiene, que busca amar y a sí mismo se busca en el amor, que te busca a ti y tu necesidad, para cubrir con almas tus abrazos.
Qué hay en tus labios que en mi búsqueda del beso me perdí. Tuve que encontrarme cuando el alba surgió por vez tercera, y en el génesis habitaron la penumbra.
Amor, qué hay en esta oscuridad que nunca vemos, qué cuerpo la habita, qué carne se consagra en ese altar donde el amor yace desangrado.
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