jueves, 20 de agosto de 2015

Amor, ha venido el viento, se ha llevado el gris a las montañas, renace el azul y se desperdiga entre las nubes. El otoño llegó y en este frío, en este clima que es antes del ahora, subyace la nieve y su fuego interior y melancólico.
Hay una brisa en el aire que acontece al estremecerse este agosto extraño. Parece que el verano trae la nostalgia, y en mi sueño abandono los metales e intento subir por la escalera. Busco tus pies y tu mirada. No te veo pero sé que estás, y estando eres, y mi corazón se quita del asfalto y se cubre con las hiedras.
Amor, qué distancias tiene el tiempo, cómo ocurre en los relojes, cómo sobreviene la palabra, y en el silencio en el que llega el amor, es una nube que palpitara con el cielo y que con la lluvia amaneciera.
Amor, si conocieses las flores que guardo para ti, las que nacieron en mis pechos al lado de la sangre.
Cuando las veas sabrás que han crecido con el agua que hay en mi pensamiento. Me das ese agua y yo te doy el curso más hondo de su cauce, y en esos pétalos diminutos del mañana crece la isla donde el mar camina palpitando.

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