jueves, 20 de agosto de 2015

He mirado, amor, por esos mares que se unen a la tierra. He mirado por las tierras que están separadas por los mares, y sé de ese océano gigantesco.
Amor, en ti me miro. Sólo en ti. Me sabe esa comida que compartes, ese paisaje se me hace conocido, como si mi alma volase junto a ti y lo contemplara.
Sé que miras alrededor de los lugares, y en mi lugar tienes una silla y una cama, un lecho con flores y con sueños, una amplitud que se sabe vehemente, y un cristal apasionado.
La senda que lleva hasta tu casa es más lisa que la piedra que amanece, y en ese vestigio desnudo coleccionas mi piel que está desnuda junto a ti, como si te la pudieses quedar, como si yo pudiese prestarte mis pecas y lunares.
Amor, hay un cielo que es el mismo en todas partes, que amanece en distintas madrugadas, y se bebe la luna. El blanco lunar se posa en la espuma de ese océano inmenso y palpitante, que se ocurre entre el amor y su destino.

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