jueves, 20 de agosto de 2015

El desván se abre

Amor, el desván se abre y entran los olores que quedaron escondidos, una lumbre extendida por el suelo, que marca la duración de los relojes.
No estás, y no hay olvido. Mi corazón es sólido, como el tiempo.
Hay lugares donde la sombra escapa. Es el lugar del amor, donde se inicia, donde las flores brotan en la escarcha, donde la sangre nos sobrevuela como un cóndor.
Amor, estás allí, y tus palabras me vibran en las ingles, en esta carne ya madura, entre mis pechos donde llueve, entre los pétalos que nacen de tu cuerpo.
Busco el cenit que tú me das, el arroyo donde el agua es dedalera, nenúfares abiertos y potentes.
Hay una fuerza que se oculta en ti, que deja un rastro en mi cuerpo, y sus matices son azules, como cristales donde se miran las violetas.
En ti veo cómo se diluye el mediodía, cómo se acrecienta la mirada interior sobre la noche, e imagino que llegas desde el alba y en alba permaneces

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