domingo, 2 de agosto de 2015

Dónde te ocultas

Amor, dónde te ocultas, en qué recodos del camino me has dejado. Dónde estás que mi mirada busca tus ojos y se encuentra con el pulso más terrible de la nada.
Mi cuerpo alimenta las gaviotas, las que cruzaron por el mar y me llegaron con tus besos, las que me entregaron tus palabras con su pico, y con sus patas me dieron las raíces.
Arraigo en tu sangre, y tu sangre me devuelve el magma que era mío, el que pronuncié con mi nombre, el que viste transcurrir por mis entrañas, el que te di para que alumbrase las cigüeñas que de mí partían hacia el cielo.
Bajé al arrabal del dolor. Me situé en los andenes del fondo, allí donde el tren se detiene buscando flores en la sombra. Vi cómo los vagones se hundían en las vías, cómo los raíles aprisionaban el cargamento que llevaba, y la inexistencia de los departamentos con gente era como una oscuridad recién nacida, una tiniebla que se haría permanente si no pudiese encontrar el punto que da origen al amor, tu rastro en las estrellas.

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