Amor, hay un beso en mi boca para ti, para cuando lo quieras recoger, como las margaritas que me crecen en los labios.
Si digo mar quiero decir amor, si digo estrella y luz quiero decir tus ojos, si digo pájaro nombro las alas que un día me llevarán al paraíso donde vives.
Hablo en palabras como si Dios tecleara mis poemas, como si un daimon me dictase, como si el símbolo se encarnara en ti, en mí, como si las lechuzas durmiesen por la noche y los murciélagos me dejasen desangrar entre las lágrimas.
Del Hades vienen las oscuridades más intensas, las que a sí mismas se sobreviven en el tiempo. El Hades nos habita el corazón, que necesita la negrura para conocer el cielo.
Qué intenso es el matiz del caos donde las cosas son sólo cosas, donde el mito se construye a partir de esas constelaciones donde el fin se enquista como ese lugar a donde nadie llega.
Amor, qué soledad vive en el vacío donde todo se posa y calla.
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