Amor, crece el oro, se expande en las aceras y el asfalto se ilumina. Desaparece el límite que separa las sombras y la noche se alumbra a sí misma con los faros.
Amor, cómo se alimentan las gaviotas, cómo sobrevuelan ese océano que se une con los pájaros, cómo el cielo nombra el amor y se lo envuelve, cómo la lluvia cae, como el semen.
Mía es tu fortaleza, mía tu cualidad de lo sublime, mío aquello que transcurre, mi vida y el tiempo que la vive.
A amar se aprende amando y la pulsación aprende su latir dentro del pecho. Tu olor es la sangre que discurre en esas olas que se aprietan y se mueven.
Amor, la fuente se llena de flores, como mi cuerpo.
En la ventana busco cómo resplandeces, y viene el aguacero, viene la borrasca, y en la tormenta la apariencia de esa luna que te esconde es como el magma blanco de un volcán adormecido en el palpitar de su corazón enfermo.
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