lunes, 24 de agosto de 2015

Estoy aquí

Amor, estoy aquí. Nunca me he ido. En el fondo siempre me latiste, siempre me palpitó el deseo con tu nombre. Me llevaste al cielo y yo me fui, deslumbrada por los versos.
Amor que en ti te nombras, que fluyes aire entre ese fuego que no cesó de arder, te ofrezco ese umbral en que amanecen los cuerpos suspendidos.
Amor, entre tus piernas me encontré. Allí supe quién era. Y al perderme entre montañas te perdí, y mi llanto fue un llanto entre malezas, lloré rastrojos, lloré ortigas y veneno, lloré la sangre que el Cristo derramó, y en el silencio supe que extraviada, volvería.
Amor, dónde puse las flores para ti, mis nazarenas, las flores del sudario que renacieron tres días después de la hecatombe.
Amor, si el deseo es la vehemencia de estos versos, mi deseo por ti es inenarrable, y saber que jamás se cumplirá lo aumenta y lo engrandece.
Amor, mi alma vuelve a alimentarse con el semen que te encierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario