Amor, ves este septiembre que está a punto de nacer. Este septiembre que marca el día en que nací, con esa luz que va menguando y que poquito a poco se retira.
Amor, nací en tus ingles y a ellas vuelvo con el ansia de la lava por quemarse, por arrancar la hierba y esperar a ser nuevamente roca.
Vuelvo a ser un palpitar de estrellas, vuelvo a sentir el corazón y el recorrido de ese mismo corazón en los andenes de la ausencia.
En la imposibilidad hay un matiz de fuego negro, de fuego que se ahuyenta de sí mismo, que acontece entre la leña, en las fogatas de la desesperación.
Pero yo nunca desespero. Te sé y sólo eso me concierne, así todo transcurre en el sabiendo, así todo es escarcha renacida, flores que no puedes vulnerar porque no sabes que te escribo y que te amo.
Y ese fuego negro que humea desde el cielo me trae los azules más añiles de tus ojos, del dorado de tus cejas, de tus pestañas rubias, del vello que te nace dentro de las ingles y que se queda en mi boca.
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