miércoles, 29 de julio de 2015

Acontecí

Amor, acontecí. Me fui temblando entre los días, entre sombras y tinieblas que trajeron esas nubes en penumbra, y soñé con ese cielo que a sí mismo se llovía en los instantes que dejaron de nacer, porque el Eterno todo lo detuvo y a Sus pies susurró la escarcha, y floreció. Di tumbos en las manos del deseo. Me deslicé por esa nieve que corría en el lugar en que amanece, y suspiré la niebla que ocultaba el corazón que se vestía de luciérnaga. Amor, qué nidos se esconden en la plata. Qué ríos anhelo perseguir entre el bambú como si mis lágrimas no se congelasen. Camino por senderos ignorados. Amor, cómo brilla la luna, en qué senderos aparece, más redonda que el estanque de ese cañaveral que sientes tuyo, esas curvas que recuerdan la ternura y el tiempo en que las soledades terminaban de ser, el tiempo en que las fresas caminaban y enrojecían en mis labios. Amor, qué distancias me vestían, qué piedras hallaba en ésa tu blancura, como si mi desnudez se te pegase, como si el blanco se adhiriese a esos acordes con que el sueño musita las palabras del amor.

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