jueves, 16 de julio de 2015

Hay cien pasos que doy hacia delante

Amor, hay cien pasos que doy hacia adelante, y no sé el camino que se abre en el océano. No lo sé y al mismo tiempo si lo sé, en las imágenes que me bordan las noches cuando duermo, cuando pienso en ti y el dormir se dificulta, y te me apareces en la cama y quiero que me folles, como si el sueño se encarnase entre las sábanas. De rodillas ante ti, rezando con mis labios en tus ingles una oración a la divinidad que nos dotó de sexo, para que nos amáramos en su mayor honor, para su gloria. Oh, amor, que desde lejos llueves, y te quedas en mí para ausentarte. Permaneces dentro, y no te vas, porque has escrito mi corazón y tus palabras son el agua que me bebo. Amor, que me decides y yo voy, como si en mí hubiera un afán extranjero, un ansia extraña de volar a otros paisajes, de contemplar las flores en la tierra donde crecen, de ver el cielo desde los confines de los valles, donde las montañas nevadas se van con la misma nieve, donde la primavera es larga y coincide con los latidos del fuego.

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