miércoles, 8 de julio de 2015

Amor, he pasado los caminos

Amor, he pasado los caminos, me he envuelto con las piedras, y espero la lluvia que vendrá cuando Narciso se refleje en tu mirada. Hay un bosque entre mis piernas, y las lechuzas le dan sus ojos a la noche. Siendo noche miro tu amanecer, como un beduino que se busca en el desierto. Palmeras grises anuncian un alba que todavía no ha nacido, un alba que brilla en su despertar, un día que se prepara al sol y el olvido de ese sol cuando se vaya, que iluminará la luna sin ser visto, como un misterio que se guarda en las profundidades del amor. Somos voraces como el vino. Caemos y vivimos en ocasos permanentes, con la única compañía de unos árboles que prendieron los corazones y guardaron los secretos entre lunares que se fijan en la sangre. En cada árbol hay un puente. En la mirada de los búhos se quedó, en ella permanece, como se queda la noche en el espacio, que ve lo impenetrable cuando todo dormita, y que es ciega cuando las oscuridades nos llenan los ojos con las fuentes.

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