domingo, 19 de julio de 2015

Las marcas siguen tu camino.

Las marcas siguen tu camino. Cuando llegó el agua las cicatrices en sí mismas se volcaron, y en la fe fueron como esas hojas que se derriban en octubre, y que el aire lleva a los lugares sin nombre, porque nadie puso un solo pie en su suelo sagrado. Amor, has venido y las señales ya no están, esas heridas con sangre negra y corrompida se desvanecieron por un cielo en que ocurren esas nieves que todo lo perdonan. El sudor me las traspasa y en su origen es como si hubieran fallecido, como si su muerte supusiera el nacimiento de las flores en la escarcha. En el lugar oscuro las cicatrices resucitan como niños que ignoran el dolor, porque están muertos. Me acerco a ti, y entre la niebla del pantano veo una tierra florecida. Es el verbo de Dios el que cae en el destino del hielo, y lo derrite, para que los glaciares se muevan en el mar, y nadie los atrape. Soy como un glaciar flotando con sus colores al sol, y el frío desvive el oleaje, ese frío que penetra en el agua y se derrama, ese frío que arde en las manos que queman todo lo que tocan. La carne es como el cuerpo y vive en los aledaños en que los árboles sienten el silencio de los pájaros. .

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