jueves, 9 de julio de 2015

Amor, el bosque está oscuro

Amor, el bosque está oscuro. Me adentro entre la hierba, la hierba que crece a su albedrío, los matorrales que se espesan como me cierro yo entre las frondosidades de unas hojas que tocan en el suelo. Amor, me derrumbé. Esperaba el paso de esa estrella para que me trajera tu palabra, pero al no llegar a mí, las mías se volvieron espías de las tuyas, se volvieron centinelas que guardaban un corazón en duelo, como si el luto pasara a ser parte de mi piel, y la sombra fuera su amuleto. Entre esquirlas de luna sucedió que no volviste. Te anclaste al mar, y yo me marchitaba. Al enviarme los pájaros para que hicieran los nidos en mis pechos, mis pechos se calmaron, entre las alas se calmaron, y así mi corazón no latió solo. Las aves fueron un palpitar de la memoria que quedó encharcada de recuerdos, como si el agua se desbocase en el sudor, y la calima suspiraba y se expandía por la carne, y en ese calor de inmensidad se oyó una voz que calla y llora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario