lunes, 20 de julio de 2015

No llames para entrar

No llames para entrar. La puerta está abierta, y la ventana. Los cristales sin ti se me vacían, y las persianas rotas sugieren esa luz que llevas dentro, esa luz que desparramas por mi casa y que es amiga de mi sombra, como si al desnudarme toda tu luz me reflejara en las miríadas de espejos que hay en tus ojos. Desnúdame tú, quítame todo. La blusa y el sostén, la falda con las bragas, los zapatos ligeros del verano, la piel que te doy, mi cuerpo, y mi palabra. Fóllame, sí, fóllame. Y después me besarás, será tuyo mi latir, el corazón que se pliega en los recovecos del ansia, y que el amor convierte en esmeralda. Amor, esperaré a que la distancia se aminore, y al llegar ese momento en que los árboles se quitan sus alhajas, seré toda para ti, y mis pechos al pensarlo se endurecen. En ese tiempo del otoño seré como esas hojas que caen en la tierra, y caída entre tus brazos te diré que en mi deseo desperté en ti miles de veces y que la sangre se me sube como si ahora estuvieras a mi lado.

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