Amor, caen los pétalos. Hay una alfombra de flores a tus pies, una alfombra de penumbra.
Las flores negras se anegaron de un color inmarcesible. En tu piel se volvieron escarlatas, con dorados, con azules que descendieron de tus ojos.
Amor, este corazón que te acompaña se llena de hierba submarina, se desvive por tus lágrimas.
En este lugar en que las rosas se deciden a salir, en que dejaron la blancura para teñirse del rojo de los astros, mis pies esperan esa esa luna que sale a medianoche, y que ilumina las huellas de esas flores que cortaste en tu camino, ese estanque que florece cuando el agua recibe el alba entre su barro.
Amor, en este alquitrán que me rodea hay una duna preñada con su arena. Está preñada de tus besos, los que me diste con los labios.
Este manantial de asfalto es como un mar que se ennegrece y que refleja la misma noche que te busca en sus raíles de negrura.
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