Amor, he despertado. Me he encontrado con tu anillo. ¿Para qué me diste este oro, esta plata que reluce entre los dedos?
Yo sólo quería tu mar, y tu costumbre. Sólo tu rutina de dormir, de bostezar entre la miel que acompaña el desayuno, de recoger las migas de ese pan que se nos pierden, los trozos de galletas, la mantequilla que hay que lavar con el mantel.
Sólo quería el aceite y tú me diste la aceituna.
En estos olivares la hoja tiene el verde profundo del amor, del amor que florece en el invierno y que florecido llega en primavera.
Así las ingles se me aroman con el fulgor de esos troncos que reciben las aguas de los cielos.
Amor, como un olivo llego hasta tus pies, y me recibes. Mi Amado, te daré rosas silvestres de las que hay cerca de mi casa, rosas de jardines que alguien abandonó a la intemperie, que nacen del corazón de esa tierra humedecida por tu esperma.
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