Amor, en este cielo que oscurece, en esta latitud y a esta hora, hay un pájaro que vuela hacia su nido, con un fragmento de ala en sus membranas.
Amor, el pájaro vuela alto para no chocar contra los árboles. Y desciende amurallando su misma sangre que se enciende cuando baja.
Amor, este pájaro es como un silencio que aletea, un silencio que vigila, un silencio que nos cubre de oscuridad, y en sus tinieblas guarda un espejismo de dulzura.
Es un renacer, un inmiscuirse, un llegar a acariciarse, a beberse la hierba redentora, y sustraer todas las hojas de los árboles. Husmearlas, olerlas en tu cuerpo, en tus ingles devoradas.
En estos labios que acallan esos trinos que escuché, hay una premura que se vuelve más silencio. Y el silencio es como un bosque prendido de lo oscuro.
Mi Amado, en este invierno que se olvida que existió nació un invierno verdadero, que creció en oscuridad al mediodía, que estalló en miles de fragmentos y que murió cuando besó la primavera.
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