Amor, este deseo es como un cáliz consagrado, como una hostia bendecida. Es un corazón que cabalga hacia el ocaso.
Amor, en esta memoria que zahiere los recuerdos, en estos años que han pasado verdecidos, te entrego mis arterias, te entrego mi sangre inmaculada, te entrego mis ingles y mis huellas.
Amor, hay en las estrellas un lenguaje que habla con la luz. Es la luminaria de los cielos que me entregas con tus ojos. Es la sementera que acompaña el nacimiento de esta primavera.
Amor, que en la nostalgia te redimes, que cargas con la cruz de este calvario, y yo cargo con tu cruz y con la mía y veo en tu mirada cómo se vierte la sangre que acompaña la luz de tus pupilas.
Amor que eres firmamento, amor que eres el mismo cielo que viene a por nosotros, a que subamos por las estrellas en voz baja, a que aceleremos el paso de ese tiempo que se clava en los ijares de un corazón que es como la riada más grande de los tiempos.
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