Amor, me llevas a las rosas, me enciendes las quimeras. Contigo el cielo es más allá de tu mirada, es más allá de esas estrellas que me diste con tus besos.
Amor, es la penumbra. Cuando se acerca la noche es allá lejos, donde crecen las madreselvas, donde los jaguares se adormecen mientras comen, mientras devoran esta carne que te ama.
Amor, mi cuerpo es un crepúsculo y entre rojos se te ofrece.
Soy yo misma la ofrenda de la absolución, la que está envuelta en trinares insensatos, la que permanece con los pájaros.
Amor, que en mí olvidas y me rezas, que en mí entiendes porqué las rocas desmenuzan el tiempo, que sabes que en el alba apunta también la muerte que se espera.
La muerte sabe esperar. Se sabe certeza, confidencia de unos labios que palpitan en el negro transitar de sus besos.
Amor, eres un blanco latir en la negrura, un brote tierno de azahar que tiene su destino entre mis piernas.
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