Amor, qué línea separa el cielo de tus ojos. Cómo se olvida enormemente que las flores no son la primavera, que el sol no es el mediodía y que la noche no son los astros que fulguran reflejándose en el océano.
Amor, todo un mar en tu mirada. Las olas suben y descienden. La espuma las cubre de blancura.
En ti, ese mar llega a oscurecerse. Tiene sombras de tristeza. Tiene bruma. Y hospitalario como es se desvanece entre los párpados como el ámbar.
La vela ya se ha consumido y el fuego sigue ardiendo. El amor a sí mismo se alimenta, y quiere llegarte y decidirte, besarte la piel en las escaramuzas de esos labios que en su búsqueda te encuentran dulcemente.
En una nieve que cae y que se posa en el silencio hay una luz maravillada: nace el deseo como esa misma nieve, como esos copos blancos, y cubre los abismos de ese blanco, y cubre las simas dolorosas, cubre las mismas lágrimas y los mismos negros del sufrimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario