Amor, cantan los pájaros. Cantan hasta la noche. Cantan la desnudez de la memoria. Cantan el olvido.
Hoy, que estás ahí, que me vives y conciernes, que te conviertes en el mayor de mis pensamientos, en el más grande fluir del corazón, sé que los manantiales permanecen húmedos y que las fuentes que se secaron vuelven a manar entre las lunas.
Amor, que te quedas en esta casa, que te quedas en estos labios que besaron el marzo más furioso, que en el viento te nombró, y al nombrarte me dio el mayor de mis alumbramientos, y parí, parí un deseo en la brutalidad de la sangre, vi cómo la sangre se convertía en la lava más ardiente del volcán más antiguo, y siendo arcaica fui mujer, mujer en mi deseo.
Hay pájaros en este cuerpo que se quedó sin alma. Te la di, y la cambiaste por mi amor. Te di el amor y lo cambiaste por deseo. Te di deseo y lo cambiaste por aquel amor que te entregué.
Y entre las flores que dibujan el amor, mi sangre, el pensamiento de mi sangre es para ti, para que lo peines y lo abraces, para que me beses un día en que la noche se quede sin estrellas.
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