Amor, te me pareces a este día gris, a esta lluvia en que se inician los abriles, a este frío en que se trocó la primavera, con estos murales y con estos ojos.
Amor, te me pareces gris, como tu pelo, como este beso que pugna por salir, como sale el sol en el Oriente enmascarado por las nubes.
Las nubes derraman su aguacero, y están tristes, como tú, y tus pupilas llegan a asombrarme. En su azul se contiene el mismo cielo. En su azul hay una llama que perece: anuncia la muerte que vendrá con sus muslos vacíos, con sus áridos manantiales, que las cimas llevaron a las cumbres.
Hay una catedral entre la bruma: se encienden sus pilares.
Son de carbón, y queman.
Arde la memoria de los siglos y soy cautiva de la nada.
El sol sigue su camino de tormenta. El destino de la niebla es perecer. Las estrellas difuminan su grosor, y se desvive.
Cae con la lluvia.
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