Amor, en los desvanes hay guardada un arca que encierra los fragmentos de ese tiempo en que los árboles nacían en voz baja y susurraban entre brotes de memoria diluida en el deseo.
Amor, eres mi memoria. En ti los besos son leves murmullos de los labios, roces de flores en la boca, grito que se eleva entre las ingles como espejismo de la muerte.
Amor, hay un pájaro loco entre mis piernas. Quiere volar y aún no sabe. Separar las alas y no puede.
Quiere embarcarse con su nido pero ignora que los cielos se entreabren con el agua.
La noche se vuelca en la esperanza y se cansa de la esclavitud de la negrura.
Amor, los cerezos ya te han florecido. Las rosas se miran en tus ojos de varón que me devuelven la mirada de Narciso.
La mirada vive en ese lago penumbroso que ignora crecer y donde el cisne se contempla entre sus aguas, ve sus plumas y es nodriza de sí mismo.
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