Amor, qué búsquedas me encuentran. Se me ciernen las manos, se me esconden. Sólo anhelo tu alma, sólo anhelo tus ingles donde viven los pétalos de los mares, los que devuelven los besos con las aguas.
Amor, qué cristalino es el gris del mar que brilla en plata con los vestigios de una luna que amanece.
Qué lunares tiene la espuma que todo lo devora. Qué hay en mis labios, qué palabras oculta la sangre mientras respira su propio oxígeno. Qué soledades en estas vísceras hambrientas del celo de las perras.
Un lobo solitario se agita con la mies y busca el camino del océano. En la garganta lleva la última comida, la última paloma arrancada del cielo.
Soy como ese lobo que come de tus manos, que se orilla junto a la playa desierta y se bebe los contornos de la carne.
Soy quién soy y mi manada me abandona. Paseo con los acentos de tus rosas.
Mi Amado, entre las noches.
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