Amor, qué muertes nos esperan. Los pájaros dejaron de volar, iluminados por la muerte. Eran la misma muerte que nacía de la aridez, ese anhelo de agua, esa lluvia que derretía el hielo y transitaba con lo oscuro.
Amor, eres mi luna, la que se muere entre tus brazos, la que apacigua mis temblores cuando el miedo se introduce entre mis piernas.
Amor, qué esconden las ingles, qué infinito hay en ellas que son como algas en los fosos, que son como moluscos abiertos en un desierto de agua.
Amor, hay un mar en ti. Un solsticio que se acerca en los cerezos. Unas hojas que penden del silencio.
En esta muerte llega tu blancura. Llega el frío que siempre se nos esconde entre los hombros, nos pesa, como si la tormenta fuese mineral y aconteciese sólo por la noche.
Mi Amado, se inician las sombras. Enciendo las velas, las que te ofrecí, las que incendiaste con tus besos.
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