Amor, los pétalos de las flores se desnudan. Queda sólo el silencio en el páramo de las devastaciones, sólo la ceniza en ese silencio donde quedó para ausentarse, sólo las llamas en que vivió por su negrura.
Mi Amado, dame ese corazón que aún me fluye entre las ingles, dame esos labios que murieron en la latitud del mundo.
En las alturas las visiones me conceden el ofrecimiento del alba.
Mi sangre recorre el árbol de Dios. Tus ojos se anegaron con los ángeles.
En el itinerario pervivió la excusa del anochecer. Me impregnó de su oscuridad para ser más blanca.
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