Dios del Jordán que viniste para amarnos, para desollarnos con parábolas, para inducir en las metáforas todo el amor del Padre que traías, para darnos en nuestros sepelios la esperanza de que el amor triunfaría pese a todo.
Creo, Señor, en la victoria del Amor, creo en tus corazones divididos entre los santos y esos pecadores que visitan nuestra tumba, la que la de Magdala bendijo con su pelo.
Amarás al Nombre sobre todas las cosas, le amarás, le honrarás, porque el Verbo que cayó entre nosotros nos dio la clave del tiempo.
Amor, entre los canales del Sí veo cómo se me lleva tu voz, tu palabra clara y transparente.
Amor, llegará el día en que se haga realidad esta quimera, y entonces hablará el alma que vive entre mis piernas, y entre las tuyas tu alma gritará y se oirá el Réquiem en las nubes, con la obsesión de los ángeles por venir entre palmeras, por situar la virginidad en los olivos y dar mi sangre en el Calvario, y serás mi Getsemaní, matarás a la doncella que me vive entre lo blanco.
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