jueves, 8 de octubre de 2015

Presentación de Luna Muerta por Enrique Villagrasa González

Teresa, quien con su propia sangre se desnuda

Quince sonetos y una prosa lírica deslumbrante es lo que nos ofrece la poeta y dramaturga Teresa Domingo Català (Tarragona, 1967), en este librito, que es una pequeña joya literaria y que homenajea a dos grandes poetas de la literatura universal: al poeta Juan Eduardo Cirlot y a la poeta Anne Sexton, quien escribió el célebre poema Menstruación a los cuarenta, donde vida y muerte se enfrentan de nuevo en el cuerpo de la poeta. Pertenece a su libro Vive o muere (1966). Es más evidente el homenaje a Cirlot, aunque sin la Sexton, tal vez Teresa no hubiese escrito estos sonetos... O sí, no lo sabremos.
Creo, que como Cirlot, nuestra poeta también está En la llama, pues no deja de ser curioso que el primer soneto termine con el verso: de una luz envolvente que se aleja. Y el primer soneto de Seis sonetos y un poema del amor celeste (1943), de Cirlot, dice: con sus dedos sin luz exasperados. Dos versos que nos dan la justa medida de ese extraordinario potencial expresivo de la Poesía.
También como la Sexton. Teresa es capaz de escribir poesía sin máscara alguna siendo como es mujer confesional y con su propia sangre se desnuda.

Teresa, pues, es una poeta que tiene una trastienda propia en la que sabe esconderse y en la que necesita esconderse a solas para poder escribir y de ahí nacen estos sonetos que la autora crea confiando en la inteligencia y sensibilidad de sus lectores, logrando estimularnos y de qué manera, pues la lectura de este breve libro permite adivinar a unos, y a otros confirmar la voz de una auténtica poeta. (Debemos pensar que el soneto es a la poesía como el cuento a la narrativa: por su concisión y dificultad en la escritura).
Creo firmemente que los días y las noches de la poeta son turbulentamente poéticos: Mi bóveda de acero consumido/ es masa de alma, espíritu desierto/ y desciende y camina como muerto/ el oscuro fulgor de lo no sido. Nos dice en el primer cuarteto del primer soneto. Todos estos sonetos están llenos de pequeños detalles que dan verdad y realismo a los mismos: Me hablarás al oído mientras duermo/ y mi cuerpo sobre tu cuerpo yermo/ germinará con flores y gaviota. También la sigo en facebook.

Y creo que ella acierta al hablar de lo que conoce, está en el camino de los grandes poetas; pues, si recuerdan al poeta alemán Rilke, este decía aquello de sálvese de los temas generales y vuélvase a los que le ofrece su propia vida. Intente, como la primer mujer, decir lo que ve y lo que experimenta y ama y pierde, y que mejor pues que escribir sobre el tema de la menstruación, que bien conoce como cualquier mujer, sin ir más lejos, aunque de esta forma ni de ninguna otra que se le parezca, en lo que llevo leído de poesía escrita por mujeres he visto tratado este tema y de esta manera tan lírica: verdad y belleza se dan la mano en sus versos: para oler en tu sexo vagabundo/ el aroma del ciclo de la sangre. Salvo como ya hemos dicho la poeta Anne Sexton quien escribió el poema citado. (y la lió, y últimamente las redes sociales se han hecho eco de una fotografía de una artista pakistaní, creo, quien colgó la foto en Instagram y se ha liado también, o sea que poco o nada hemos cambiado...)
Sigamos con Teresa.
Es difícil escapar a la fuerza de estos versos que componen estos sonetos y no otros: Al fin, luna, nos vemos en la tierra, tal vez escritos más para ser declamados que para la lectura silenciosa y atenta. Es maravilloso emocionarse con estos versos; y emocionantes son muchos de ellos, como: Porcelana es el lecho que me inunda/ con helechos nacidos de pizarra/ con la pluma, la pluma que me narra, / que anuda el corazón y lo circunda.
No me cabe duda de que es un libro de alto voltaje poético que rezuma amor por la mujer, a pesar de su ciclo de veintiocho días o tal vez por esto: Transcurren los días y las noches y tú, eterna amante de la luz, admiras desde lejos su resplandor y su lujuria, altiva como una mujer enamorada.

Un libro escrito con la paciencia y soledad del orfebre, pero sin barroquismos ni adornos innecesarios. Versos que nos hablan de la necesidad que tiene la poeta de saber: Tú que conoces mis amores y mis penas, dame una respuesta. ¿Por qué mueres al amanecer y nos traes el olvido y el dolor con la llegada del nuevo día? ¿Por qué cumples con tu ciclo, por qué agonizas entre fluidos vaporosos?
Es, también, un poemario contemplativo y meditativo a la vez, que observa la natural naturaleza de la mujer y se funde con y en ella. El ánima del ciervo te acompaña/ y en mi sangre los lobos se desnudan/ cariátides de luz me desanudan/ y siento mi dolor como una araña.
Y contiene versos en los que las palabras se buscan y se rozan como pedernales: la menstruación pagana de la diosa, haciendo surgir una chispa iluminadora: las luces de neón en vez de estrellas/ acompañan el parto de la luna/ solitaria en el cielo, su laguna,/ ilumina la faz de las doncellas. Es, no cabe duda, un canto de la poeta que ama y descifra el lenguaje para después intentar la comprensión de sí misma. Han crecido las flores que me arrancas/ y mi tierra germina en el poso/ que enamora el perfil de la acechanza.
En definitiva, un libro de gran calidad y belleza donde los sonetos acogen versos firmes y contundentes: Paseo con las rocas a la espalda.
Teresa es una poeta con excelente sentido del ritmo en estos sus sonetos. Esta musicalidad está al servicio de Luna Muerta. Y es ahí donde se expresa la poética de estos poemas. Entre otras cosas se reflejan aquí el amor y el paso del tiempo y hacen de este poemario una lectura necesaria para mujeres y hombres, pues a todos emociona, conmueve y sugiere, y a todas implica: Qué blanca el alma, qué negra la nada”. Creo, pues, que este poemario nos hace sacudir tabúes y reconcilia verdad y belleza, en la medida de lo posible y con un par de ovarios.
Creo, para ir acabando, que si la sangre de Cirlot de levanta en el abismo, la de Teresa es el oscuro fulgor lo no sido, que el licántropo le pide. ¡Ahí es nada!

Gracias por escribirlo, poeta Teresa Domingo Català, porque, si es verdad como decía Cirlot que: la única dificultad verdadera de un(a) poeta es el hallazgo de su propio lenguaje, tú ya lo has encontrado: tu lenguaje es potente y está bañado en cruda honestidad.

Enrique Villagrasa González, poeta y crítico literario.

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