Amor, hay un dique que espera la piedra, como yo espero tu memoria. En ese dique el agua cubre, como me cubren tus recuerdos, cómo me cubres tú cuando me amas.
Amor, viene el otoño, viene la noche y recogerse, cuando el sol ya ha andado su camino y da vueltas y más vueltas en la completa oscuridad, cuando sólo queda la luna que quiere descendernos y mirarnos blancamente, como en un espejo sacro.
Tengo como herencia la palabra, la que existe dentro del caudal, la que tiene la frontera como cauce, y en estos versos que escribo clamo contra el mundo.
Amor, nos beberemos la penumbra. Será nuestro postre, el café que se prepara en la cocina. Las estrellas serán de azúcar y de la luna vendrá la leche condensada de sus mares.
Amor, en este sucederse hay una noche que vuelve hacia los pies, para que pisemos su negrura, para que vivamos intensamente su oscuridad, para que nos soñemos, y al soñarnos seamos todavía más reales.
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