Amor, en las simplicidades se recorre el mundo, en las piedras vive el agua y en el corazón habitan las luciérnagas.
Amor, me extravié con las llaves del abismo y amanecí entre tus ingles, como si en el precipicio hubiese una red y tú me estuvieses esperando.
Amor, amanecida entre tus labios como si los sueños se cumplieran en un atisbo de piel de luna en un negro resplandor inexistente.
Amor de soles que todo lo perdonan, amor que surge de las interioridades que devoran la luz acontecida, que en tu peregrinar se ausenta en el mismo camino en que te vuelves, dime si en mi regazo de mujer sobreviven las estrellas, si en mi sangre vuelan mariposas que se acercan a la respiración de unos pájaros que enmudecen.
Amor de ajos y cebollas, cómo me picas en el pecho, cómo me reflejas en las manos el ardor que en el almacén se abre a la alborada.
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