jueves, 18 de febrero de 2016

Cuando

Cuando se desprenda todo el mar, cuando las luciérnagas se apaguen, quedará el poso de este amor, permanecerá en la sal de las lágrimas, en la alegría de un deseo que a sí mismo se alimenta.
En esas ramas tiendo mi corazón. Lo arraigo en el silencio. Lo cubro con las flores. En la hierba veo cómo crece, cómo el sexo es como un rayo que termina, cómo el latido sustituye al fragor de un cielo que conoció mis ingles.
Si te amara más, quizá el rayo volvería. Quizá me incinerara al desplegarse. Quizá el firmamento quedaría descubierto en su luz, y la invisibilidad llegaría a ser visible.
Ahora, cuando llega la noche y se acerca la costumbre, pienso y sé que hay unas velas que queman en tus manos.
Mi amor, cómo los pétalos del frío se contemplan, cómo hechizan los carámbanos, y en estas estrellas que un día vi tan cerca se escribe el viento, se escribe la sangre, se escribe el mismo verbo, que es infinito y que refleja la misma alma que lo siente.

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