Amor, me envuelvo en lunas, en leopardos y en la rotación del cielo tus ojos se me vienen como clavos que me mantienen encerrada en las visiones.
Amor, te amo así, porque te amo, y no sé porqué te amo. No sé porqué eres tú mi corazón, el llanto de mis ingles, todo mi cuerpo.
Llovió, y el agua desnuda me caía, me secaba las lágrimas y todavía escuchaba cómo el llanto me lloraba, cómo descendía por la espiral del sueño, y en el sueño se transformaba en alegría.
Amor, hay un séquito en las sombras, una ordalía en que los amantes respiran la luz que los humedece como flores, como cristales descubiertos en una intemperie abrasadora.
El fuego avasalla e ilumina. Soy la portadora, la que lleva el humo de la mano, la que le miente a la llama, la que busca entre los eclipses los escombros, los pecios del amor.
La muerte se olvidaba del deseo, desvanecía la desnudez de la sangre, y en su llamada había un árbol seco que resplandecía con su oasis.
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