Amor, hay una huida que aparece en los caminos. Dibuja una encrucijada, una escalera que va hacia el nunca y evita los presagios.
Amor, me abandono con esas garzas que me sobrevuelan. Recuerdo cómo me besabas, cómo me llovías, cómo el amanecer era en tus brazos un recorrido de tus ojos.
Amor, me entristece que estés lejos, y ver que tus huellas se han perdido.
Veo cómo rozas la emboscada, cómo las hojas se guarecen en ese bosque que el tiempo sembró, y que encendida me guarece de ese sol primario que estalla por el cielo.
Me adormeceré con mis recuerdos, y subiré por los tejados de las casas clamando tu hermosura.
Mi hombre, en derredor se para el mundo. Se quedó en tu sangre, en las cuevas de tu sangre, en sus recodos, y allí me enajené y te di todos los besos que guardé para ti a medianoche.
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