martes, 23 de febrero de 2016

Sobre el amor

La oscuridad es penetrante. No son ni las siete de la mañana. Mi mente está centrada en enviar pensamientos, en enviar deseos, en enviar amor. Creo en la energía y los seres humanos somos energía. Cuando nos abandona, morimos, y el alma se va a dimensiones desconocidas, que intuimos y que a veces se ven en los sueños.
Sé que tras esta realidad física y material está la realidad espiritual. No la veo, pero la siento, la intuyo y para mí es tan real como la que ven mis ojos. Es la realidad del Amor que fluye en cada poro de la piel, en cada latido, en cada acto amoroso.
Voy avanzando con el poemario y la novela. Con la novela es como comentaba ayer la carrera de fondo. No tengo prisa. La iré escribiendo. Tiene un final, aunque me falta mucho por llegar a él. Me encantan los personajes que he creado, y me gusta mostrar y no señalar.
Con los poemas no hay ninguna meta. He rebasado todas mis previsiones. Nunca hubiera imaginado que mi fuerza creativa fuera tan descomunal, que mi imaginación fuera tan portentosa.
El amor es un acto imaginativo. Es la imaginación la que nos permite crear al otro, ver al otro, sentir al otro, amar al otro, de tal manera que deja de ser otro y creamos un nosotros.
Por medio de la imaginación llegamos a la compasión, al sentir con, a lo que ahora se llama empatía: a cambiar nuestro lugar para entrar en el lugar del otro y luego ser capaces de salir y ocupar nuevamente nuestro lugar, enriquecido por la experiencia de haber salido de él por unos momentos y ocupar un lugar distinto al nuestro.
Cuando más distinto sea el Amado, mayor es el salto imaginativo. Cuanto más desonocido nos resulte, mayor es el portento de la imaginación. Cuando se encarna en una realidad, ya jugamos entre dos, y la imaginación juega con una persona, y no con una idea. Y por lo tanto se enriquece todavía más.
Cuando el Tú deja de ser un objeto de deseo, y se convierte en un sujeto, entonces el amor crece y llega hasta los límites humanos y los rebasa, convirtiéndose en un amor a lo Absoluto, que no es otra cosa que una abstracción del amor. Cuando se convierte en concreto, curiosamente, es cuando lo podemos sentir en su plenitud, en su ideal, en ese abstracto de donde viene y a donde va finalmente.
Y a ese proceso lo llamamos fusión. Es la fusión con el Amado, la fusión de los místicos con Dios. A partir de esta fusión el amor se convierte en indestructible, porque nosotros mismos nos convertimos en el Amor.

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