Amor, qué jardines vislumbré. Era febrero y las rosas renacían. Entre las sombras habitaba el espejismo, y en el espejo vivía la hermosura.
Amor, en los jardines se abría un cauce lleno de recuerdos. Dejaste mis ingles renacidas; me besabas y en tus labios había un poso dulce que en anegaba de amapolas.
Amor, hay un itinerario en que la bruma se aparece. Es un viaje necesario en que mi alma está contigo. Puse los pétalos en tus ojos para que me vieras todavía más hermosa, y al verme en mi belleza tu belleza trascendía. El lugar dejó de ser inhóspito, y la Tierra giraba y sonreía.
Entre mis manos deseaba rozar un solo dedo de los tuyos, mirar tus ojos y anegarme de la más maravillosa de las flores.
Deseaba tu cuerpo pero mi deseo iba más allá del tiempo, y no me importaba quedarme sólo en tu mirada. Me desnudabas el alma y yo podía escribir en tu memoria.
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