Amor, tu semen es el fruto de mi carne, mi manantial acontecido. Con tu esperma me nacen los recuerdos que se entrelazan en mi boca, cuando mis labios te conciernen, cuando mi lengua te anhela entre la espuma de tus aguas.
Amor, me brotas lento como si fueses todo sangre, como si mi cuerpo se alzara frente al sol, frente a la sombra, y sólo existiese el cielo sembrado por la lluvia.
Amor, qué flores son ésas que se esconden, qué flores son ésas que viven el enigma, que no saben fluir en los caminos, que se precipitan y caen como los huesos.
Y esta caída las convierte en más hermosas.
En estos días hay una nostalgia entre las horas: se convierten en las siemprevivas que aletean en el fuego.
Amor, en esta tierra hay una ternura que se encarna en las hojas de los árboles, una ternura que en el pecado se engrandece, un amor que se alimenta del mismo abismo que lo crea.
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