Amor, encontré las vides y sentí tu ausencia como ese vino que en septiembre vendrá con la vendimia.
Ese vino que ocupa sus lugares en otoño, cuando el sol ya ha asimilado los racimos, cuando en la noche las ramas se reflejan en la luna.
Amor, entre esa tierra fértil que germina, la luz lunar me la atraviesa, como si yo fuese parte de esa tierra y de esa luz nocturna.
Entre las flores se palpa el espejismo del amor. El amor es siempre imaginario, pero necesita de los árboles, de las raíces que se reflejan en el cielo. Y tú, lejos de mí, te me reflejas.
Y me miro en esos ojos que son tuyos y hago mía tu mirada.
En tu alma construyo mi aurora. En tu cuerpo mi cuerpo cristaliza entre la lluvia. En tu sangre el río fluye, y ya no hay más ríos que surcar.
En ti el amor es una lanza que se clava sin heridas, una cordillera que se sube mientras mi corazón se desnuda de todas las respiraciones del miedo.
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