En mí crecen las ramas que son las flores y los frutos que el amor entrega, la sustancia de ese dolor enorme que nos vive.
Amor, hay momentos crueles en la boca. Momentos de pesar y de tristeza. Ahí el deseo se hace enorme y en el deseo vive el despertar de un ansia adormecida.
Te amo, y mi cuerpo con el tuyo forma un aquelarre de unión y de belleza. Allí soy indestructible. Nada puede alcanzar mi desvarío, nada puede vulnerarme en este amor que se engrandece, y en mí tú puedes cobijarte, puedes entrar y adormecerte, puedes permanecer entre mis brazos y beberte las fresas de mis labios.
Amor, qué frío me envuelve ahora que este febrero es primavera, qué frío me llega hasta el pozo más profundo de mis ingles, que sólo se detiene con tu cuerpo.
Mi hombre, crecerán los astros en el cielo. Se desvanecerán las sombras algún día, vendrán con los luceros, vendrán con las luciérnagas, vendrán con el aire lleno de amapolas.
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