Amor, en estas horas en que el silencio crece, siento que mis labios se abren al besarte, siento como los ojos se me cierran, porque mirarte es como mirar a un Dios que duerme.
Se me expande el corazón, se me amuralla. No hay un cerco que pueda derretirme, no se me puede sitiar, no hay rendición entre mis pasos, que me llevan hacia ti, hacia tus ojos imantados, hacia tu boca iluminada.
Amor, se hundirán las naves, caerán las hojas, se marchitarán las flores pero mientras brille el agua, el árbol permanecerá con sus raíces hundidas en el cielo.
Amor, ¿son estos mis ojos? ¿Ven así la luz, de tan cerquita? ¿Pueden apoyarse en esos círculos que abre la piedra cuando cae?
Pienso en ti. Eres mi pensamiento. No te quiero separar de mi mirada. En ella estás, y en ella eres, y en mí vives con dulzura como si fueras un niño blanco al que arropar en su cansancio por las noches.
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