Amor de brisas y leopardos, amor que te escondes en el fuego, húmeda raíz fortalecida, en ti soy como una flor diminuta entre las flores, una lava que es siempre llama entre tus labios.
Amor que lloran los caminos, persistes en las aguas como el semen, adoras los trigales, te atreves a gritar el pulso de la sangre.
Diamantina fuente de los lagos, me acostumbras a tenerte, a arraigar contigo en la corriente de ese río que no cesa de fluir, que es como la amapola que florece en el invierno entre estrellas tan rojas como el viento.
Entre mis piernas se abre el espejismo, entre mis pechos laten los enigmas, los secretos que canto en todas partes y mis lágrimas te llegan envueltas en palabras.
Prístina, te doy mis alhelíes, mis caparazones, mis metales. Construirás con ellos nuestra casa sin paredes, sin tejado. Toda transparencia.
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